Empiezo hoy
a escribir mirándome en el espejo de la muerte, título del primer capítulo del
libro , El libro tibetano de la vida y la muerte. Ver la muerte como una amiga que siempre
camina a nuestro lado, nos ayuda a valorar la vida. No es común que pensemos en
la muerte, más bien nos da miedo y preferimos pedirle a Dios que nos libre de
todo mal y peligro, como decía mi viejo. Con qué tiempo se pensaría en ella, si
el día no alcanza para los afanes cotidianos y parte de la noche para
descansar. Conseguir dinero para las necesidades básicas y pensar cómo me
alcanza para tecnología, algunos gustos y recreación si se puede.
Cuando éramos niños, el miedo al castigo en la
otra vida si se ofendía a Dios con el pecado, nos hacía obrar correctamente y
rezar para obtener el perdón y así no acumular cuentas pendientes a la hora de
morir y por ende, evitar el castigo del infierno, en caso de condenación
eterna. Miedo de morir-miedo del castigo eterno,
Otra
actitud común frente a la vida es: disfrutemos lo que tenemos, démonos gusto
que esta vida cualquier día se acaba y un solo se lleva lo bueno que haya
pasado. Muy bien, pero qué planeta le dejaríamos a las generaciones venideras
si se asume una actitud consumista, según las demandas publicitarias que mueven
a comprar y comprar tantas cosas innecesarias, sin las cuales podría vivirse
básicamente. El ¿por qué actuamos así y cómo aprovechar más este corto viaje de
la existencia? Plantea el libro dos asuntos básicos: Nuestro cuerpo es sólo una
maleta de viaje, vehículo de la mente con su naturaleza espiritual e iluminada
que habríamos de descubrir y será trascendente a través de muchas vidas. En cambio,
esa maletica de viaje desaparece con el último suspiro y volverá a la tierra
para transformarse en partículas de materia.
El otro
asunto es que la muerte es parte de la vida y comprenderlo en sus cuatro bardos
o momentos requiere emprender la senda espiritual, esto es prepararse para
tener una muerte tranquila. Se considera el primer bardo, desde el nacer hasta
el momento de morir. Exhalar la última respiración, es el momento segundo.
Después de morir, hay un tercer momento. Finalmente, el cuarto bardo consiste
en disfrutar paz, serenidad, verdad, que producen la sabiduría iluminada, si el
moribundo ha logrado descubrirla y sentirla durante toda su vida, a través de
la meditación.
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