A través de
este capítulo me voy acercando a comprender la naturaleza de la mente. Me ha
parecido un concepto muy abstracto, pues en nuestra cultura occidental el
camino hacia lo espiritual, no ha sido asunto prioritario. La filosofía budista
plantea que la vida adquiere sentido en tanto que vamos logrando el desapego
del pasado y del futuro y nos proponemos vivir el presente en cada acción que
realizamos, es decir, meditar. A todos los distractores que llegan a la mente
en ese momento de meditación, los llama samsara y no hay que luchar para
alejarlos, sino integrarlos a la acción meditativa presente. Estar en un
presente consciente una y otra vez, nos va llevando a disfrutar lo que hacemos
y a vivir con serenidad, cualidad de la naturaleza de la mente.
Para
descubrir la naturaleza de la mente se requieren tres aspectos: la bendición de
un auténtico maestro, la devoción de un auténtico discípulo y el linaje o cultura
de prácticas de meditación. Otra cualidad de la mente es la sabiduría que posee
cada uno para ser mejor persona. ¿Y cómo puedo lograrlo? A través de las
prácticas meditativas cambiar algunas emociones como la ira, ligereza en el juzgar
a otros o a sí mismo, impaciencia o intolerancia, falta de moderación en el
comer y muchas otras emociones y conductas llamadas samsara por el budismo;
cambiarlas por compasión con uno mismo
y con otras personas. La compasión consigo mismo permite llenarse de bondad y
sabiduría; y que de esa abundancia pueda yo, ofrecer a otros seres; De ese modo
se va sanando la mente y recibe el practicante de meditación, la bendición del
maestro o lama que lo introduce a la naturaleza de la mente. Si no hay maestro
presente, tiene la oportunidad de ir descubriendo el maestro de luz o sea el
buda que cada uno posee.
Fuerte es
la resistencia para el desapego de pensares que van y vienen por la mente y que
obstaculizan la verdad iluminada que presiente el corazón en cada decisión que
se toma. Esto me hace recordar algo que escuché a veces: las mejores respuestas
a las preguntas que uno se hace, las encuentra en el fondo del corazón. Esta
invitación a conocer la naturaleza de la mente es muy extraña en esta época,
para la mayoría; pues los intereses diversos no dejan tiempo para labrar un
camino espiritual y que facilite comprender su importancia.
Presenta
este libro cuatro defectos que dificultan comprender la naturaleza de la mente:
es tan próxima, como nuestra cara, que no la podemos ver; es tan profunda que
no la podemos sondear; es tan maravillosa que no podemos contener su grandeza y
es tan fácil que no podemos creer en ella, pero ahí está para descansar en ella
e irla reconociendo.
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