NUESTRA ACTITUD FRENTE A LA MUERTE (Capítulo 11)
Creo que lo primero y esencial, es aceptar la muerte como una
pérdida de este cuerpo que nos acompañó en la corta existencia. Además, estar
convencido de la continuidad de mi espíritu, en forma de energía permanente y,
la cual seguirá manifestándose en otros seres. Tal concepción ayudará a sentir
confianza, para acompañar de corazón al moribundo. Un silencio respetuoso,
compasivo y atento a lo que la persona quiera y pueda expresar, así sean
sentires de cólera, temor o de culpabilidad. Estar convencido de que es más
importante escuchar que hablarle, a no ser que la persona lo pida.
Este capítulo once, es un llamado aponerse en lugar del moribundo. ¿Qué sentiría yo? Necesidad de amor, aceptación incondicional, actitudes que ayuden a desprenderse de tantas cosas que nos han mantenido aferrados a la vida. Dichas actitudes pudieran expresarse con palabras, contacto físico y ternura solidaria. En caso frecuente de no saber qué hacer, decírselo, para que en su sabiduría nos oriente y a la vez sienta verdadera comprensión. Esto es, reconocer en el moribundo su capacidad de vivenciar su momento final, su iluminación del Buda que lleva dentro y su actitud de afrontar ese momento, así como fue su vida. Parece asombroso que sea tan importante para una muerte tranquila, una actitud informada y consciente de los familiares y el personal médico que rodean al moribundo. Permitirle en lo posible mantener conciencia de su proceso final y ayudarle a aceptar con naturalidad los cambios que vaya sintiendo y sean manifestados por la persona; y qué importante, no ha de tratarse como a un enfermo, si no como persona que que comprende su proceso y no ha de estar sólo en ese trance tan natural e importante de su corta vida.
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